Museo Fortín Cuatreros

Durante el siglo XIX en la actual zona de General de Cerri, se construyó un fortín con su respectivo mangrullo en tierras pertenecientes a la estancia “San Sinena”. En una primera instancia, el mangrullo es un artefacto que sirve para desplegar la mirada sobre el horizonte para advertir, en sus términos, el acecho desde el  “desierto” sobre la propiedad.  El mangrullo activa una mirada defensiva. Fuera de su función inicial, el dispositivo sigue montado y pertenece al patrimonio cultural de la comunidad. Nuestra idea es resignificar este artefacto en tanto objeto de museo para que no solo funcione como testimonio de época, sino y sobre todo, como objeto de experimentación. 

En primer lugar, queremos redireccionar la mirada: si inicialmente el mangrullo tuvo su función defensiva, para ser luego testimonio de época, ahora intentaremos imaginar hacia adelante. El mangrullo como objeto para vislumbrar futuros posibles. 

El mangrullo fue un elemento que también colaboró en el avance de las lógicas estatales de fines del Siglo XIX. A su vez, la rémora de los fortines como “constructores de la nación” alude a la noción de “orden y progreso” que los sectores más tradicionalistas de la ciudad mantienen. En ese sentido, queremos proyectar futuros, pero recordando que estas construcciones tenían futuros previamente proyectados que no siempre favorecieron a las mayorías. 

Tomaremos esta construcción como punto de experimentación colectiva. Queremos que se involucre la comunidad, colectivos de artistas, organizaciones, grupos de trabajo, investigadores de diversos ámbitos, para construir un abordaje sobre el objeto que traiga ideas de futuro. 

El museo propondrá a estos agentes intervenir conjuntamente  el mangrullo de manera temporal.  ¿Qué se vislumbra desde hoy en esa altura? ¿Qué se asoma entre la ría, el polo petroquímico, la central termoeléctrica, las ruinas del frigorífico CAP y la lanera? ¿Cómo se convierte un viejo mangrullo en un dispositivo de miradas proyectivas y no ya solo defensivas? ¿Se puede operar incluso desde el lenguaje para reconvertir el mangrullo en un “faro”?  Estas preguntas activan debates, discusiones… las respuestas construidas colectivamente y su resolución, serán incorporadas al museo en forma de cartelería, publicaciones, eventos. 

En este punto, consideramos una tarea fundamental para los museos colaborar de maneras heterodoxas, lúdicas, experimentales, con los debates políticos presentes y sobre todo regar la aridez de la imaginación política actual, subsumida en muchos casos en una resignación depresiva. Intentar romper los límites del realismo capitalista, en los términos de Mark Fisher, implica en principio recuperar la imaginación, el riesgo y el error como modo de trabajo.